6 ene 2011

Los encuentros Carilda Oliver Labra

A veces va una por la calle, triste,

pidiendo que el canario no se muera

y apenas se da cuenta de que existe

un semáforo, el pan , la primavera.

A veces va una por la calle, sola

-ay , no queriendo averiguar si espera

y el ruido de algún rostro que se inmola

nos pone a sollozar de otra manera.

A veces por la calle, entretenida 

va una sin permiso de la vida,

con un hambre de todo casi fiera.

A veces va una así, desamparada,

como pudiendo enamorar a la nada,

y el milagro aparece en una cera.

II

Si, la noche te trajo. Yo, dorada,

prosa, casto limón, convaleciente,

del último quizás de tu mirada, 

baje por la ternura de repente.

¿Qué hiciste entonces con tu boca urgente

en mi mano del libro enamorada?

¿Trataste como un gajo del poniente

la mano que me sigue iluminada?

No sé. No sé: enterarme de este asunto.

No sé. No sé: me conmoví despacio 

(Quede la sinrazón por testimonio)

Pero recuerdo que a las nueve en punto

rodó ya carcomido en su palacio

mi corazón de estatua y de demonio.

III

Saliste tú y no el sol, de mediodía

pues llama al imposible por su nombre.

Parado en el camino como un hombre

era casi la luz que me insistía.

Tu casa estaba por la sola, fría,

y cuando nos besamos tuvo una ala

que aun debe de andar volando por la sala.

Dije que no, que tumba, que venia

un provenir de arañas, y de acero.

Dije que no, que no, lo dije, pero

la lluvia es una lágrima tan bella

(siempre a llovido donde muero y paso)

que hubo el silencio del amor acaso

y entre mis muslos progreso la estrella.

IV

(Dátil de tu mirada, gloria justa.)

Mañana volverá la primavera.

(En tus uñas de niño me perdería)

Mañana volverá la fiebre augusta.

Mañana volverá nuestra emboscada

de besos milenarios y futuros.

Mañana-pienso- y se me vuelven puros

los vicios de esta carne enamorada.

Mañana tengo una cita con tu aorta.

(No me importa la bruma, no me importa:

ya puedo hasta volverla transparente.)

Mañana bajo nubes, bajo hierros,

nos amaneceremos desusadamente

como profundos astros, como perros. 

                                                                           De sonetos









Otra Carta Jaime Sabines

Siempre estás a mi lado y yo te lo agradezco.
Cuando la cólera me muerde, o cuando estoy triste
-untado con el bálsamo para la tristeza como para morirme-
apareces distante, intocable, junto a mí.
Me miras como a un niño y se me olvida todo
y ya sólo te quiero alegre, dolorosamente.
He pensado en la duración de Dios,
en la manteca y el azufre de la locura,
en todo lo que he podido mirar en mis breves días.
Tú eres como la leche del mundo.
Te conozco, estás siempre a mi lado más que yo mismo.
¿Qué puedo darte sino el cielo?
Recuerdo que los poetas han llamado a la luna con mil nombres
-medalla, ojos de Dios, globo de plata,
moneda de miel, mujer, gota de aire-
pero la luna está en el cielo y sólo es luna,
inagotable, milagrosa como tú.
Yo quiero llorar a veces furiosamente
porque no sé qué, por algo,
porque no es posible poseerte, poseer nada,
dejar de estar solo.
Con la alegría que da hacer un poema,
o con la ternura que en las manos de los abuelos tiembla,
te aproximas a mí y me construyes
en la balanza de tus ojos,
en la fórmula mágica de tus manos.
Un médico me ha dicho que tengo el corazón de gota
-alargado como una gota- y yo lo creo
porque me siento como una gruta
en que perpetuamente cae, se regenera y cae
perpetuamente.

Bendita entre todas las mujeres
tú, que no estorbas,
tú que estás a la mano como el bastón del ciego,
como el carro del paralítico.
Virgen aún para el que te posee,
desconocida siempre para el que te sabe,
¿qué puedo darte sino el infierno?
Desde el oleaje de tu pecho
En que naufraga lentamente mi rostro,
te miro a ti, hacia abajo, hasta la punta de tus pies
en que principia el mundo.
Piel de mujer te has puesto,
Suavidad de mujer y húmedos órganos
en que penetro dulcemente, estatua derretida,
manos derrumbadas con que te toca la fiebre que soy
y el caos que soy te preserva.
Mi muerte flota sobre ambos
y tú me extraes de ella como el agua de un pozo,
agua para la sed de Dios que soy entonces,
agua para el incendio de Dios que alimento.

Cuando la hora vacía sobreviene
sabes pasar tus dedos como un ungüento,
posarlos en los ojos emplumados,
reír con la yema de tus dedos.
¿Qué puedo darte yo sino la tierra?
Sembrado en el estiércol de los días
miro crecer mi amor, como los árboles
a que nadie ha trepado y cuya sombra
seca la hierba, y da fiebre al hombre.

Imperfecta, mortal, hija de hombres,
verdadera,
te ursupo, ya lo sé diariamente,
y tu piedad me usa a todas horas
y me quieres a mí, y yo soy entonces,
como un hijo nuestro largamente deseado.

Quisiera hablar de ti a todas horas
en un congreso de sordos,
enseñar tu retrato a todos los ciegos que encuentre.
Quiero darte a nadie
para que vuelvas a mí sin haberte ido.

En los parques, en que hay pájaros y un sol en hojas por el suelo,
donde se quiere dulcemente a las solteronas que miran a los niños,
te deseo, te sueño.
¡Qué nostalgia de ti cuando no estás ausente!
(Te invito a comer uvas esta tarde
o a tomar café, si llueve,
y a estar juntos siempre, siempre, hasta la noche.)

4 ene 2011

Carta de Beethoven a su "amada inmortal"


Varios años después de la muerte de Beethoven se encontró entre sus papeles una carta dirigida a una mujer que en ningún momento nombra. Tampoco se conoce la fecha exacta en que fue escrita por lo que no hay posibilidad de restringir la búsqueda a un año en concreto:

Beethoven era, a menudo, descuidado en cuestión de fechas. De ahí que, aunque la carta que nos ocupa estuviera encabezada un “lunes, 6 de julio” y los años en que un 6 de julio caía en lunes eran los de 1801, 1807 y 1812, el simple error de un día, cosa posible, hubiese cambiado ya el año supuesto. La carta en sí consta de tres partes, escritas en diferentes momentos durante las veinticuatro horas que iban del 6 al 7 de julio.
Marion M. Scott – Beethoven

No hay ninguna certidumbre respecto a la mujer que motivó esa carta, hoy seguimos sin saber para quien la escribió. Se creyo en un principio que la destinataria, a la que conocemos como la amada inmortal, podía haber sido Giulietta Guicciardi pero también Therese von Brunswick, Therese Malfatti o Amalie Sebald estuvieron entre las candidatas.

La carta tuvo un papel principal en la pelicula Amor inmortal. En este film el músico Anton Felix Schindler recibe el encargo de encontrar a la destinataria para hacerle entrega de ella. El problema es que no consta el nombre de la destinataria y Schindler debe interrogar a las mujeres que han conocido a Beethoven para tratar de descubrir a quien estaba dirigida.

La carta es larga, reproduzco sólo una mitad:

A la amada inmortal.

Mi ángel, mi todo, mi yo… ¿Por qué esa profunda pesadumbre cuando es la necesidad quien habla? ¿Puede consistir nuestro amor en otra cosa que en sacrificios, en exigencia de todo y nada? ¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas eternamente mía y yo eternamente tuyo? ¡Ay Dios! Contempla la hermosa naturaleza y tranquiliza tu ánimo en presencia de lo inevitable. El amor exige todo y con pleno derecho: a mí para contigo y a ti para conmigo. Sólo que olvidas tan fácilmente que yo tengo que vivir para mí y para ti. Si estuviéramos unidos ni tú ni yo hubiéramos sentido lo doloroso. Mi viaje fue horrible…

Alégrate, sé mi más fiel y único tesoro, mi todo, como yo para ti. Lo demás que tenga que ocurrir y deba ocurrir con nosotros, los dioses habrán de enviarlo…

Tarde del lunes… Tú sufres. ¡Ay! donde yo estoy, también allí estás tú conmigo. Conmigo y contigo haré yo que pueda vivir a tu lado. Qué vida ¡ ¡ ¡así!!! Sin ti… perseguido por la bondad de algunas personas que no quiero recibir porque no la merezco. Me duele la humildad del hombre hacia el hombre. Y cuando me considero en conexión con el universo, ¿qué soy yo y qué es aquel a quien llaman más grande? Y sin embargo… ahí aparece de nuevo lo divino del hombre. Lloro al pensar que probablemente no recibirás mi primera noticia antes del sábado. Tanto como tú me amas, ¡mucho más te amo yo a ti…! ¡Buenas noches! En mi calidad de bañista, debo irme a dormir. ¡Ay, Dios! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿No es nuestro amor una verdadera morada del cielo? ¡Y tan firme como las murallas del cielo!

Buenos días, siete de julio. Todavía en la cama se agolpan mis pensamientos acerca de ti, mi amada inmortal; tan pronto jubilosos como tristes, esperando a ver si el destino quiere oímos. Vivir sólo me es posible, o enteramente contigo, o por completo sin ti. Sí, he resuelto vagar a lo lejos hasta que pueda volar a tus brazos y sentirme en un hogar que sea nuestro, pudiendo enviar mi alma al’ reino de los espíritus envuelta en ti. Sí, es necesario. Tú estarás de acuerdo conmigo, tanto más conociendo mi fidelidad hacia ti, y que nunca ninguna otra poseerá mi corazón; nunca, nunca…

¡Oh, Dios mío! ¿Por qué habrá que estar separados, cuando se ama así? Mi vida, lo mismo aquí que en Viena, está llena de cuitas. Tu amor me ha hecho al mismo tiempo el ser más feliz y el más desgraciado. A mis años necesitaría ya alguna uniformidad, alguna normalidad en mi vida. ¿Puede haberla con nuestras relaciones…? Ángel, acabo de saber que el correo sale todos los días. Y eso me hace pensar que recibirás la carta enseguida.

Estáte tranquila. Tan sólo contemplando con tranquilidad nuestra vida alcanzaremos nuestra meta de vivir juntos. Estáte tranquila, quiéreme. Hoy y ayer ¡cuánto anhelo y cuantas lágrimas pensando en ti… en ti, mi vida… mi todo! Adios… ¡quiéreme siempre!. No desconfíes jamás del fiel corazón de tu enamorado Ludwig.

Eternamente tuyo,
eternamente mía,
eternamente nuestros.


Fuente: Exapamicron

2 ene 2011

Rob Dougan - Drinking Song



I want to weave a musical spell
That leaves you unwell and thinking of me everyday
I want to play you a tune that leaves you marooned and troubled
Each time I'm away
Is there a melody - that could lead you to me - like a lullabied child lead to sleep?
So for one moment in time, you'd find that you're mine
And softly I'd kiss you and weep

I want to write a simple song that's so frequently sung
That you call me to have the thing banned
Who's sound so endears that whole nations cheer and sigh
When you take my hand
Is there a melody - that could lead you to me - like a lullabied child lead to sleep?
So for one moment in time you'd find that you're mine
And softly I'd kiss you and weep

God I'm a gambler that just wants to lose and be allowed to leave
I'm a traveler - with one last mile my journey is complete
I'm like a swallow that wants one long last look, before flying east
Last on my list - and then I quit - to kiss your lips and weep

I want to play a silver note that fills you with hope
And tames you to feed from my hand
A turquoise chord that invites you to soar
And fly... to a faraway land
A symphony that gently leads you to sit and be still with me
And grief doesn't frighten me
As its worst it delights me
'Cause I want to kiss you and weep

For I'm a gambler that just wants to lose and be allowed to leave
I'm a traveler - with one last mile my journey is complete
I'm like a swallow that wants one long last look before flying east
Last on my list - and then I quit - to kiss your lips and weep
Is there a melody - that could lead you to me - like a lullubied child to sleep?
So for one moment in time you'd find that you're mine
And softly I'd kiss you and weep

So for one moment in time you'd find that you're mine
And softly I'd kiss you and weep